viernes, 13 de junio de 2014

Fortaleza

Viernes, 7 pm en el bondi. Gente triste, muy cansada. Caras largas, ojeras y agotamiento. Me siento tan afortunada y frustrada a la vez... ¿Por qué algunos tienen tanto y otros tan poco? ¿Qué hacer para cambiar eso desde mi lugar? 
Muchas veces me quejo de "tener que hacer todo", y me pregunto porque nadie puede tomar la posta aunque sea un rato y resolver lo necesario. Y es que yo se que no es fácil ser fuerte e ir para adelante. Pero en mi vida cómoda de profesional con sueldo digno, familia y amigos, tarjeta de crédito y auto familiar es mucho mas fácil de lo que imagino vive esta gente que hoy viaja conmigo: mamás con bebes pequeñísimos, señores grandes con zapatos gastados y bolsas cargadas, mujeres de mi edad mal vestidas, con ojeras marcadas que están dormidas en sus asientos. ¡Esa gente si que es fuerte! Yo, en cambio, segura de mi misma y orgullosa de mis capacidades personales y profesionales no le llego ni a los talones.
"Nadie tiene mas de lo que puede soportar" se dice por ahí. Y si es así hoy he entregado mi cucarda de fortaleza a otras madres que si sostienen a su familia. Por ejemplo ahora un niño llora y su madre, con evidente cansancio, ensaya una sonrisa automática y lo calma con amor. Eso es verdadera fortaleza. ¡Cuanto que aprender! 
Del otro lado de la vida, otro viernes cualquiera me premio a mi misma por el esfuerzo diario con un placentero café en mi lugar preferido. Mientras disfruto cada sorbo me abstraigo del ambiente y analizo mi alrededor con detenimiento: señoras vestidas con las mejores marcas, chicas cool con sus iPods enchufados a las orejas, creativos en reuniones distendidas... Y vuelvo a pensar en la injusta distribución de realidades. Pero es demasiado fácil hacerlo mientras camino rápido hacia el auto tratando de evitar el frío cruel de este día soleado, café en mano. Mis pensamientos le dan vuelta al mundo en 80 segundos y vuelvo, sin remedio al mismo lugar.
Quiero evitar la depresión y me obligo a pensar en los granitos de arena que a diario sumo a mi playa. En la esquina, dejo pasar a un chico con aspecto de delivey al borde del congelamiento y en la cuadra siguiente me enojo con un señor bien vestido y con portafolio de cuero que cruza sin mirara mientras habla por celular. Sin querer, la perfecta analogía de mis sentimientos. Porque me siento en medio de estos dos mundos y no se a cuál prefiero pertenecer. Porque la más placentera de las dos es, también, la menos humana.

1 comentario:

  1. Me encantó Vero! Y me siento muy identificada con lo que decís y sentís. Yo trato con "consolarme" con lo del granito de arena. Hago las cosas lo mejor que puedo desde mi lugar (sin dudas privilegiado) y educo a mis hijos para que sean gente de bien. Y agradezco mucho todos los días.

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